A vueltas con los temas de igualdad, con cuestiones que tienen que ver con la condición de ser mujer y tener que convencer a un empresario o empresaria de que vales la pena como trabajadora, que eres suficientemente buena como para que corra “el riesgo” de que se te ocurra quedarte embarazada y reclamar tu derecho a la maternidad, o a llevar a tus hijos al médico, si resulta que ya eres madre. Sí, a pesar de que hayamos traspasado la barrera del siglo XXI, los malos tiempos en la economía han resucitado viejos fantasmas de manera que algunas mujeres, especialmente las más jóvenes, vuelven a estar en duda a la hora de ser la persona seleccionada para ocupar un puesto de trabajo, simplemente por su condición de mujer.
Y resulta que, algunas veces, me pregunto si no somos nosotras mismas las que contribuimos involuntaria y hasta inconscientemente a que esto siga siendo así, y no nos hemos atrevido a poner en valor nuestra naturaleza por sexo y nuestro rol de género que nos hace tener cualidades especiales. Hace tiempo que somos mayoría en las universidades, hace tiempo que dedicamos empeño y esfuerzo en formarnos, en completar nuestro perfil profesional con capacidades complementarias para ser suficientemente buenas y conseguir competir en igualdad de condiciones. Y sigue pareciendo insuficiente. Muchas personas se siguen cuestionando la necesidad real de trabajar por la igualdad y definir medidas correctoras para eliminar los sesgos de género.
¿Qué ocurriría si nos rebelásemos? ¿Qué ocurriría si respondiéramos de otra forma a las impertinentes preguntas de algunos entrevistadores y entrevistadoras cuando deciden interrogarnos sobre la intención de ser o no ser madres y cuándo? Si la respuesta fuera distinta y no produjera ese efecto de que nos han pillado en una debilidad. Yo creo que la capacidad que solo tenemos las mujeres de ser madres, no es una debilidad en ningún sentido, sino una enorme fortaleza que todavía no hemos sido capaces de trasmitir a la sociedad masculinizada que nos rodea. ¿Piensa usted ser madre? “Todavía no lo he decidido, aunque me alegra que a usted le preocupe que yo ejerza esa función para garantizar a las generaciones actuales su posibilidad de jubilarse. Gracias a que siga habiendo personas jóvenes con capacidad de trabajar, la sociedad del bienestar no correrá peligro”.
Todavía no se ha tomado conciencia de los problemas que se podrían dar si las mujeres nos rebelásemos y dejásemos de realizar la función reproductiva y la función de dar cuidados, atención y crianza de esas personas que van a ser la sociedad del mañana. Las primeras que tenemos que ponerlo en valor somos nosotras, y no solo en el ámbito privado, en el entorno de la familia y la pareja, sino también en el entorno público, profesional y laboral; sin complejos, sin sentirnos inferiores por algo que es imprescindible e importantísimo para toda la sociedad. Depende de nosotras, es nuestra elección libre y nuestra decisión que en muchos casos compartimos en pareja, y que demasiadas veces se empieza a valorar como una renuncia para poder desarrollar la parte profesional con éxito.
La sociedad no es consciente de lo que necesitamos todos y todas activar y fomentar el orgullo de ser mujer y la importancia que ello tiene por muchas razones y en especial por alguna.
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Psicóloga y Coach