Existen algunas personas que compiten consigo mismas y con su entorno por ver en qué momento y en qué circunstancias, las cosas malas o negativas que ocurren a su alrededor, pueden ir todavía peor. El éxito de la famosa ley de Murphy ha hecho que, esas personas, entrenen su pensamiento negativo, sin que eso tenga nada que ver con la prudencia o con aprender a estar pendiente de no pasarse de frenada. Y dentro de las opciones de situaciones complicadas están muchos jóvenes, chicos y chicas comprendidos en ese bloque de edad que no voy a citar, pero que les ha llevado a realizar unos estudios superiores, un grado universitario o alguna especialización, que están inmersos en una estupenda cadena de pensamientos negativos que les abocan a un destino fatal: no creer en sí mismos, y dejar de intentar hacer determinadas cosas, porque no esperan ningún resultado favorable.
En los tiempos que corren, aparece un estupendo caldo de cultivo para volver a invocar a la suerte, al destino o a esas energías no visibles que parecen tener la capacidad de marcar la diferencia entre que las cosas vayan bien o vayan mal. Y precisamente los tiempos que corren, las dificultades que aparecen por doquier, son las que pueden ser vistas como estímulo para entrenar la confianza, la seguridad en uno mismo, la autoestima y otras tantas habilidades que se conviertan en la puerta hacia el éxito. Si bien es cierto que la situación global y extendida es mala, desalentadora, y muchos adjetivos más que le queramos poner, no es menos cierto que no es la primera vez, y me atrevo a presumir que no será la última, que las cosas no son sencillas ni fáciles para un grupo numeroso de personas en esa etapa de inmersión al mundo profesional.
Así pues, es el momento de observar lo que cada cuál está haciendo consigo mismo, amargarse la vida, atender a las cosas malas, muy malas y peores que hay a tu alrededor, sin dejar escapar ninguna e intentando prever cuándo llegará la siguiente; o empezar a buscar cuáles son tus fortalezas, los puntos fuertes que te caracterizan como persona y potenciar su desarrollo para proyectarlo a determinados resultados. Hay personas que consideran que es de ilusos buscar la felicidad y trabajar por y para ella, cuando lo cierto es que se ha demostrado científicamente que los estados mentales positivos actúan como una barrera ante determinados trastornos psíquicos, porque refuerzan los anclajes emotivo-cognitivos que todas las personas tenemos. Ser optimista es saludable, entrenar el pensamiento para compensar la probabilidad de algo salga mal a creer que también puede salir bien, es un primer paso para cambiar la estructura del pensamiento.
¿Cuánto tiempo hace que no revisas y reconoces las cosas que se te dan bien? ¿Qué cosas son las que aportas de forma positiva a tu entorno? Es difícil que los demás reconozcan lo positivo que hay en ti, si tu no lo haces primero y lo saboreas con satisfacción. Recuérdate tus fortalezas, aliméntalas y compártelas con los que tienes a tu alrededor. En cuanto empieces a creer en ti de forma sincera, encontrarás la forma de ir transformando tu entorno y aprovechar las oportunidades que te brinda, que están ahí; es cuestión de verlas y decidirte a ir a por ellas. Tu decides.
catalinafuster.com
Psicóloga y Coach