Cada cierto tiempo nos asaltan noticias de hechos violentos, imprevistos, accidentes, en definitiva, acontecimientos no esperados que pueden generar miedos, preocupaciones y un claro estrés postraumático en aquellas personas que lo han vivido muy de cerca. Cuando ocurren estos hechos, existen distintas formas de reaccionar, de afrontar estos acontecimientos, tanto a nivel personal como en el grupo o en la colectividad en la que cada persona pertenece. ¿Qué es mejor, hablar del tema o evitarlo? ¿promover que se recuerde o enterrar ese recuerdo que puede hacer daño? Surgen dudas y preguntas que pueden ser importante en la forma de afrontar y resolver esta situación.
Se trata de un trastorno que está claramente definido en los manuales de diagnóstico y que puede expresarse de forma distinta en unas personas y en otras, tanto en la intensidad, como en el tiempo que dura y, por supuesto, en los síntomas que presenta. Desde la hiperexcitación, la evasión o indiferencia de los hechos referidos, la ansiedad, pasando por la alteración de las actividades de la vida diaria en mayor o menor medida; se puede dar toda una escala de intensidad en la expresión de las emociones. Algunas personas lloran con frecuencia, otras bloquean el llanto y la expresión de dolor.
Sin entrar en detalles sobre cómo afrontar este trastorno, que corresponde a los profesionales especializados, puede ser útil reflexionar en cómo tratarlo desde el entorno familiar, de amigos o compañeros. La principal pista la vamos a obtener de la persona afectada. Lo más fácil y directo puede ser preguntarle a alguien si prefiere hablar del tema o no hacerlo, si necesita compañía o soledad y, en definitiva, ponernos a su disposición de forma sencilla y sincera para que solicite el tipo de ayuda o apoyo que pueda necesitar en cada momento. Otra duda puede surgir sobre el aspecto de si permitir sus expresiones emocionales o bloquearlas. Alguna vez habremos asistido a un supuesto consejo del tipo: “no llores”, “no pienses en ello” o expresiones similares. Lo cierto es que no es adecuado bloquear la emoción que alguien siente. Llorar, reír, gritar, siempre que no haya riesgo de hacerse daño, de lesionarse, o de atentar contra la propia seguridad, las expresiones emocionales, dentro de un cierto control, son adecuadas. No forzar las situaciones en base a lo que los demás pensamos que es bueno para el otro.
No olvidemos que tener este tipo de expresiones, mostrar estrés después de una situación traumática, no es signo de debilidad, no significa ser más blandos que los demás, se trata de una expresión que el organismo tiene para liberar la tensión emocional acumulada y resolverlo. Aunque parezca difícil, se puede volver a la normalidad y a controlar los pensamientos para que funcionen de forma positiva y adecuada. Es evidente que hay que activar la voluntad y el compromiso con uno mismo y hacer cosas que ayuden en la recuperación, como salir de casa y del entrono, hacer alguna actividad física moderada, cuidar la alimentación y los hábitos diarios, eliminar el consumo de sustancias y alimentos que sean excitantes, y seguir un tratamiento recomendado para hacer frente y superar estas situaciones. Cualquier proceso de mejora requiere cierto esfuerzo y dosis de voluntad.
catalinafuster.com
Psicóloga y Coach