A partir de este título puedes pensar en una situación u otra, en una relación de pareja no satisfactoria, una relación de amistad descompensada, una relación familiar que produce mucho sufrimiento, …. ¿Tienes alguna relación a la que te gustaría poner fin y no sabes cómo hacerlo? Algunas veces se pretende cambiar esa relación y lo que se persigue es que el otro cambie, que sea la otra persona la que modifique su posición y la que se dé cuenta de qué es exactamente lo que te hace infeliz a ti. Detrás de la mayoría de relaciones no satisfactorias suele haber, como poco, dificultades de comunicación entre sus miembros. A pesar de que, en ocasiones, la necesidad de comunicación la expresa más una parte que la otra, normalmente, cada cual es consciente de que la historia no funciona como debería funcionar.
La forma de evolucionar en la relación será muy distinta si se trata de una situación de pareja, o una relación de amistad o de familia. El caso de las parejas parten de un supuesto de estar los dos al mismo nivel, de que sea una relación de colaboración y de complementación, y de que se base en valores como la confianza mutua, la sinceridad, la capacidad de poder abordar conjuntamente los conflictos, y muchas cuestiones más. Muchas parejas construyen un día a día que se aleja poco a poco de estos valores, que se va transformando en un lugar de insatisfacción y frustración personal. Si se llega a alguno de estos casos y se llega a la conclusión de que la relación no puede mejorar, ¿qué impide cerrarla y ponerle fin? Seguramente la pregunta tiene muchos matices, posiblemente haya personas que sientan que no lo han intentado todo, porque nunca se ha intentado todo; o porque hay intereses y compromisos compartidos, cosas materiales, otras personas (hijos); tal vez se cree que la situación mejorará, y muchas razones más que sería largo de explicar.
Y como hay tantos aspectos a tener en cuenta, qué tal si te centras en ti, en lo que quieres sentir en tu vida, en tu relación. Piensa en lo que estás cediendo de ti mismo/a, en el precio a pagar en tu autoestima, confianza, seguridad, autonomía. No se trata de actuar de forma egoísta e insensible, que eso está muy mal visto en nuestra sociedad, se trata de ocuparte de ti, de tu responsabilidad en ser feliz, en conseguir tu equilibrio y estabilidad emocional. No se trata de ser egoísta, sino de ser responsable con uno mismo, y no olvidar que cada cual es la única persona capaz de hacer cosas que te hagan sentir bien.
En otro tipo de relaciones, familiares o de amistad, puede haber matices diferentes. Los amigos ocupan posiciones distintas según el nivel de amistad al que se haya llegado, del tiempo que tenga esa relación y de lo que represente esa persona para nosotros. Las relaciones de amistad, cuando se cierran, suele hacerse de forma radical y sin más explicaciones, dejando una sensación de mal sabor de boca. ¿Te imaginas despidiéndote de una amigo o amiga? Decirle a alguien: “hemos cambiado mucho, ahora tenemos intereses y prioridades distintas y ya no compartimos lo mismo, por eso nuestra relación va a seguir por caminos distintos” , o algo parecido. ¿qué sensación te quedaría? Tal vez menos mala, no?
Las relaciones pueden cerrarse de muchas formas, de forma explícita y comunicada o interna y privada. El cierre de una relación determinará el estado futuro de los sentimientos, culpabilidad, arrepentimiento y otras tantas emociones relacionadas. Quizás merece la pena considerar cómo cierras tus relaciones.
catalinafuster.com
Psicóloga y Coach