No hace mucho, tuve la alegría de volver a encontrarme contigo, amigo. Llevábamos tiempo sin saber uno del otro, sin compartir comentarios más o menos intrascendentes o trascendentes de lo que ocurre a nuestro alrededor, incluidos temas de política y de religión, que no se pueden tratar con cualquier persona, pero contigo sí puedo hablar de eso y estar o no de acuerdo, pero tener la sensación de haber llegado a comprendernos.
Me hablaste de tu situación en el trabajo, de tus nuevos proyectos de vida, de ilusiones y viejos temas que siguen estando ahí o que se han ido quedando atrás. Me hablaste de lo nuevo y de lo viejo y tuve la sensación de que el tiempo no había pasado, no al menos tanto tiempo, como la memoria me indica que ha trascurrido desde la última conversación. Me contaste algún detalle de la vida de tu hija, y del amor especial que sientes hacia tu nieta, me dijiste que están bien y me hablaste de las ocasiones en las que puedes compartir y disfrutar de ellas.
Tuve interés en ti, en saber cómo te encuentras en todos los sentidos, en conocer si eres feliz, si tienes pareja de nuevo, después del tiempo transcurrido desde tu separación. Me alegró saber que la relación con la mujer con la que has vivido y compartido años de tu vida, es buena, cordial, sosegada y respetuosa por parte de los dos; y me alegró saber que vuelves a sentir amor por alguien, que de nuevo convives en pareja y que, como has dicho tantas veces, ese es el estado natural en el que te sientes a gusto, porque eres persona de compartir. Me hablaste de tu compañero actual, si compañero, y del proceso de pertenencia a su familia y a su entorno, de la adaptación a una situación nueva, de la ilusión y de nuevos amores.
Tal vez, alguna persona se hubiera sorprendido de esta situación, de alguien que vive durante tantos años con una pareja heterosexual y que, en una segunda etapa de su vida, en una nueva relación, elige o es elegido por una pareja homosexual. Tal vez, algunas personas siguen con esquemas mentales organizados y establecidos con poca capacidad de flexibilidad y con poco margen de amplitud mental. Tengo que decir que no me sorprendí y no sé exactamente porqué, pero no lo hice. Creo que he llegado a un punto en el que soy capaz de no juzgar a las personas por sus decisiones, ni de sorprenderme por cosas que “saldrían” de una lógica normal y rígida. Y en el aspecto de las relaciones personales, te felicito a ti y a todo aquel o aquella que apuesta por su felicidad y por sentirse bien, que elige a la persona con la quiere estar y por la que siente amor, más allá de ataduras rígidas o reglas absurdas que atenazan los sentimientos.
Te felicito por tu decisión y por tu valentía. Y te agradezco enormemente tu generosidad por compartirlo conmigo, porque también sé de tu prudencia a la hora de explicar este y otros temas a personas que van a juzgar y sentenciar sobre esa lógica de los demás con parámetros rígidos e insensibles. Gracias por creer en el amor hacia los demás, hacia los seres que nos rodean.
catalinafuster.com
Psicóloga y Coach