El tiempo está dando que hablar en estas semanas, alteraciones de la temperatura, lluvias más copiosas de lo habitual, granizadas inesperadas y demás fenómenos atmosféricos que dejan una extraña sensación de que el tiempo está un poco “loco”. Con la llegada de la primavera, aparecen algunas dolencias propias de esta estación, y algunas alteraciones propias del cambio de hora, de la llegada de más horas de luz, etc.
Para comenzar, la primavera vuelve a desencadenar las alergias y el asma bronquial, dolencia que cada vez cuenta con más afectados y, según dicen los expertos, va a ir en aumento. Las plantas, los ácaros, el polen, y otros compuestos, generan una sensibilidad especial en muchas personas, así como verdaderas molestias que pueden llegar a ser más que eso y que están relacionadas con la faceta emocional de las personas que lo padecen.
La astenia primaveral, es otro trastorno que suele generar malestar en las personas afectadas. Se reconoce por fatiga, cansancio, decaimiento, falta de apetito, bajada de la tensión arterial, irritabilidad, etc. Para intentar prevenirlo, se puede hacer ejercicio, ajustar bien la dieta, descansar las horas necesarias y consultar con un especialista sobre si es adecuado algún suplemento nutricional.
Suele ser creencia colectiva que la primavera también puede generar alteraciones emocionales y del estado de ánimo, que empeora los síntomas en personas que padecen trastornos de ansiedad o depresión. Por norma general, empezamos el cambio de tiempo que nos acerca al verano con mal humor, irritabilidad, falta de ganas de hacer cosas, en definitiva, con un malestar que se puede trasladar a más aspectos de nuestro organismo que lo meramente físico. A pesar de que haya base biológica y ambiental para argumentarlo, lo que nos puede interesar es combatirlo o prevenirlo. Así pues, en esta etapa es adecuado prestarle atención al estrés, a intentar organizar y gestionar nuestro tiempo para que podamos cumplir con obligaciones y podamos llegar a lo que queremos. Con los cambios estacionales, es preciso ajustar nuestro ritmo vital, revisar y adecuar los horarios, incluso la hora a la que nos levantamos y nos acostamos, o incluso cambiar los objetivos y metas del día a día.
Las dificultades aparecen cuando no prestamos atención a lo que sucede a nuestro alrededor, cuando nuestra rutina da la espalda a los cambios del entorno. Es cierto que cada año vuelve la primavera y nos provoca situaciones parecidas de las que ya tenemos información, pero que dejamos que vuelvan a sorprendernos y a pillarnos desprevenidos. Tal vez este año sea un buen año para prepararnos con algo de antelación y hacernos fuertes en esos aspectos en los que solemos ser más vulnerables. Si invertimos en conocernos bien a cada uno de nosotros y nosotras, en conocer nuestros cambios de estado de ánimo y nuestros puntos vulnerables, podremos prepararnos para adaptarnos y para superar de la mejor manera posible, las alteraciones primaverales y otras que le sigan en los siguientes meses del año.
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Psicóloga y Coach