Es cierto que estamos en plena Semana Santa, en apogeo de procesiones para algunas personas, en tiempo de descanso para otras que lo llevan esperando desde que volvimos de Navidad. Lo cierto es que la dimensión de tiempo es diferente para cada cual y que depende de las ideas, creencias y muchas cosas más que cada persona ha ido instalando en su mente y también en su corazón. No nos olvidemos que es necesaria la coherencia entre estos dos “cerebros”, el racional y el emocional. Y pensando en ello, lo que tenemos delante en estos días es un nuevo tiempo para poder decidir qué queremos hacer, a qué nos queremos enfocar. Esta cuestión no es nueva en esta sección, pero lo que proponemos hoy es ver cómo trabajar la motivación para lograr lo que te propongas.
La motivación es algo que se aprende, que se entrena y que podemos incorporar o no a las rutinas cotidianas. Lo primero será averiguar qué es lo que te motiva a ti en particular. Haz tu lista de actividades y acciones que te motiva, si quieres saberlo. Escribe al menos cinco cosas que cuando las haces, te sientes bien, te cargan de energía: bailar, escuchar música, salir a pasear al campo, leer un libro, charlar con alguien, mirar las estrellas antes de acostarte, sentir los rayos de sol calentando tu rostro, ….. Seguramente la lista es infinita, cuál es tu lista, la tuya personal e intransferible que sabes que te sirve para sentirte bien. Cuando ya la hayas escrito es momento de ver con qué frecuencia haces algunas de estas cosas. Tal vez haya algo de tu lista que no puedes hacer con mucha frecuencia o tal vez sí. Qué es eso que puedes hacer casi a diario, piénsalo, búscalo y ponlo en tu lista ya que te será muy útil.
Siguiente paso, cómo, cuando y de qué manera motivarte. En mi opinión, la motivación debería ser como la ducha, es decir, diaria; de hecho, el momento de la ducha, del aseo matinal antes de emprender el día, puede ser un momento para motivarte, para decidir qué quieres colocar en tu cabeza para este día, y que eso se convierta en un hábito. Lo mismo que preparamos el cuerpo, lo limpiamos, lo cuidamos, lo perfumamos, podemos limpiar la mente, prepararla para lo que queremos que sea este día; qué ideas queremos que nos acompañen, que ocupen nuestra disposición y nuestra forma de actuar. Quizás sea el momento de colocarnos la intención de sonreír sinceramente a los demás, de escuchar antes de dar consejos, de recordarnos que hay muchas realidades además de la nuestra, o de no juzgar a los demás según nuestra historia. También puede ser el momento de recordar nuestros propios compromisos, esas cosas en las que hemos decidido insistir para lograr que se hagan realidad, la responsabilidad positiva que nos da poder para conseguir eso en lo que ahora mismo estás pensando.
Elabora tus propias frases motivadoras, o cambia algunas de las que conoces añadiéndoles tus propios objetivos, tus metas. Recuérdate que lo que no hagas tú por ti mismo o por ti misma, será menos probable que lo hagan los demás. Renueva tu propio poder, tus superpoderes, esos que has decidido otorgarte como forma de forjarte tu propio destino. Y tal vez te sirva pensar que lo importante no es solo el final, aquello que quieres conseguir o a lo que quieres llegar; el camino también está lleno de momentos interesante, aprendizajes útiles y oportunidades de disfrutar y ser un poco más feliz , ¿acaso no se trata de eso?
catalinafuster.com
Psicóloga y Coach