Ella comenzó a tener otras sensaciones en su cuerpo, podría ser que esta vez hubiera pasado, los cambios eran todavía muy pequeños, pero las sensaciones se presentaban de forma inequívoca. Además, el retraso en el ciclo menstrual era otro indicador más, se lo contó a él y decidieron hacer el test. Esos minutos, esa espera …. Positivo. Una nueva ilusión, un nuevo reto se presentaba ante ellos. Un mundo de aprendizajes nuevos se abría delante de sus ojos, lleno de dudas, de preguntas y de capacidades para resolverlas. Tendrían que aprender a ser padre y madre de ese nuevo ser.
A lo largo de la vida, nos vamos preparando para nuevas situaciones y para desempeñar nuevos papeles. Desde la infancia, aprendemos conocimientos, habilidades, capacidades para desarrollarnos personal y profesionalmente, quizás más profesionalmente, pero eso no lo vamos a tratar hoy. Uno de los roles importantes que algunas personas deciden ejercer es el de padres o madres, y, para ello, existe poca o ninguna preparación. El aprendizaje que se hace de esas tareas está basado en la observación del entorno, en la experiencia que han transmitido los propios progenitores y en la experiencia que da el ensayo-error. Seguramente estaremos de acuerdo que si nos presentásemos a según que puesto de trabajo con esos argumentos de preparación, ni siquiera nos citarían a una entrevista personal. Y pretendemos afrontar así una de las responsabilidades fundamentales de la vida que es de educar a otros seres humanos con la intención de que sean buenas personas, gente de provecho, responsables, honestos, etc.
Tal vez la sociedad moderna no está concediendo suficiente importancia a la educación en el más amplio sentido de la palabra, no solo entendida como la educación reglada y oficial que se destina a la infancia, adolescencia y juventud, sino a la educación de las personas, en todo el ciclo vital, para que aprendan a desarrollar con éxito todas las responsabilidades que decidan y elijan asumir. Quizás va siendo hora de que se valore la necesidad de facilitar el aprendizaje a quienes decidan ser padres y madres, para que puedan llevar a cabo ese papel con conocimientos y habilidades adquiridas, y no solo desde la intención de hacerlo lo mejor posible. Y tal vez se deba entender como una responsabilidad personal de quienes deciden tener hijos, no solo como una obligación colectiva, siendo conscientes de que es necesario buscar la forma de aprender a actuar en ese papel nuevo de padre o madre, para el que no se da ninguna asignatura específica. Es una evolución más, ahora nos preparamos para el parto, entrenamos técnicas que hagan que dar a luz sea más sencillo y tenga menos riesgos, pero nos quedamos ahí. La sociedad es cada vez más compleja, lo cual requiere seguir con ese entrenamiento. Si pretendemos construir una sociedad de buenas personas, de seres humanos con capacidades y recursos para afrontar retos de futuro nuevos y diferentes a los que han caracterizado a la sociedad del pasado, hay que aprender a capacitarnos en el papel de padres y madres, y entender que eso es responsabilidad de cada uno.
El rol de padre y madre ha cambiado, atrás queda el simple compromiso de alimentar, ofrecer seguridad y cuidados básicos. Ahora se trata de mucho más, de transmitir valores, de enseñar capacidades a esos seres diminutos para que, en el futuro puedan gestionar una sociedad diferente. Es nuestra responsabilidad.
catalinafuster.com
Psicóloga y Coach