Desde que hemos comenzado el año nuevo, andamos revisando cosas, decidiendo posibles cambios en nuestras vidas, o dejando todo como estaba. Sea de la forma que sea, la situación vital de las personas suele plantear la toma de decisiones en distintos momentos, y eso no siempre resulta sencillo. Algunas personas sienten que se les viene el mundo encima cuando tienen que decidir sobre algo, o piensan que, decidan lo que decidan, será una decisión equivocada. Vamos a ver cuántas cuestiones están presente en la toma de decisiones y algunos errores que cometemos con frecuencia que hacen más difícil la tarea.
Estamos de acuerdo en que, en principio, las personas no tenemos capacidad de adivinar el futuro, y, sin embargo, cuando se afrontan decisiones, hay quien suele tener en cuenta los resultados de otras decisiones anteriores; es decir, que intenta valorar el acierto de una elección situándose en el futuro. Esta valoración resulta engañosa, ya que la información es distinta cuando ya se conoce un resultado que antes de conocerlo. Vaya es algo así como tener las preguntas del examen, seguramente si las tienes puedes sacar mejor nota; aunque esta premisa no suele ser la real. Otra cuestión importante es la que se refiere a analizar información que tenga que ver con el asunto sobre el que se requiere la decisión. En ocasiones, se tiene información de la experiencia de otras personas, o de ejemplos ajenos, incluso de muchos resultados posibles. Ante esto, vale la pena pensar en cuál es la información verdaderamente útil para ti, para la situación que vas a tener. No todas las posibilidades que se puedan dar te aportan datos útiles para tu propia situación, con lo cual, hay que seleccionar y deparar de entre toda la información, la que tu necesitas y te resulta útil.
Con estos pasos ya habrás podido avanzar algo en tu decisión. Ahora te queda atender a tus emociones y sentimientos, a pesar de que vale la pena tener en cuenta la empatía, y lo que sienten los demás, cuando de tomar una decisión se trata, hay que recordar que tus propias emociones son importantes. Tus sentimientos y pensamientos van a estar ahí una vez te decidas, vas a tener que convivir con ello, así que no te olvides de pensar en lo que quieres sentir, en cómo quieres valorar tu propia capacidad de tenerte en cuenta a ti como persona, de la misma manera que tienes en cuenta a los demás. Dentro de las posibles preguntas que te puedes hacer, es interesante diferenciar entre ¿Qué tengo que hacer? Y ¿qué quiero hacer? O lo que es lo mismo, diferenciar entre los condicionantes externos y tu libertad de decisión. Hay que recordar que siempre hay opciones, varias opciones, a pesar de que, a veces, te lo niegues.
A estas alturas posiblemente ya tengas bastante camino avanzado en la decisión que vas a tomar. Te queda recordar que no te servirá de mucho esperar al resultado para machacarte luego con un “y si lo hubiera hecho de esta otra manera …” (cuando ya conoces el resultado). Cuando tomes tu decisión, piensa que es la mejor decisión que tu has decidido tomar, en este momento y con estas circunstancias. Genera confianza en ti, seguridad en tu proceso y convicción en el resultado. Es cierto que puede que surjan nuevos imprevistos o que no llegues al punto esperado. Si esto ocurre, tendrás que seguir avanzando y tomando nuevas decisiones, o lo que es lo mismo, experimentando más y mejorando tu aprendizaje para decidir. La mejora de las capacidades se obtiene a través del entrenamiento en ellas.
catalinafuster.com
Psicóloga y Coach