Hoy proponemos una de estas de recetas de éxito que, aunque sabemos que no encajan a todo el mundo por igual, seguramente producen un momento de reflexión personal que trae cosas buenas. No sería erróneo decir que, la mayoría de las personas buscamos la felicidad como gran objetivo y meta de nuestra existencia. Tampoco sería erróneo pensar que cada persona tenemos un concepto distinto y propio de felicidad. A pesar de ello, es posible que haya algunos hábitos que sean comunes a quien se ocupa de su bienestar en su entorno y en sus circunstancias.
Uno de los primeros hábitos a entrenar es cuidar de uno mismo, es necesario pensar que somos nuestro mejor e inseparable compañero/a y eso es difícil o imposible de modificar. Cuidar de uno mismo se refiere a muchos aspectos, pero empecemos por dejar sitio a las cosas que nos gusta hacer, o a descansar adecuadamente o a alimentarnos como toca. Relacionado con este hábito estaría el de cuidar las relaciones con los demás, fundamentalmente en el sentido de no dejar pasar excesivo tiempo sin decirle a las personas que te importan, que piensas en ellos, lo que sientes por ellos. En cuanto a los hábitos de relación, merece la pena dedicar tiempo a escuchar a los demás y a ser suficientemente amable y agradecido o agradecida. No creas que esa gratitud es buena solo para los otros, el efecto positivo lo provoca más en ti que en la persona a quien se dirige; y si a eso le añades eliminar al máximo el uso de palabras malsonantes, de insultos, estarás generando un hábito con efectos positivos increíbles hacia tu persona.
Es importante aprender a no estar demasiado pendiente de lo que opinan los demás sobre ti, de no esperar la aprobación de los otros, porque eso puede llegar a ser un condicionante demasiado grande. Aprende a hacer tus propias valoraciones en base a lo que quieres de ti. Y aprende también a ser honesto/a contigo mismo/a, puesto que la coherencia y la sinceridad generan dosis de felicidad muy potentes, mayores que lo que se supone que se intenta evitar utilizando una mentira.
Otro hábito que hay que aprender es a aceptar determinadas cosas, porque seguramente estaremos de acuerdo en que hay cosas que no se pueden cambiar, que no dependen de ti, no puedes cambiar el color de tus ojos o un acontecimiento del pasado. Aceptar eso te permite seguir adelante y construir tu futuro. Aprende a perdonar, piensa que la ofensa solo tiene sentido si tu se lo das y lo llevas a cuestas como un lastre. Déjalo pasar y sigue adelante sin ese rencor que va comiéndote por dentro.
Bien, y ¿qué hacemos con los problemas inevitables que surgen a lo largo de la vida? Podemos convertirlos en retos, en desafíos a nuestro propio potencial que nos permitirá mejorar capacidades y aprender algo nuevo; un problema se puede transformar en un estímulo, si somos capaces de separarlo y llevar aparte su vertiente emocional, cuando la tenga.
Resumiendo, sería algo así como aprender a pensar en las cosas que nos ocurren, en cómo queremos vivir, y no dejarnos arrastrar por lo que se mueve a nuestro alrededor. A veces, viene bien un rato a solas para pensar en ello y mejorar los hábitos que ayudan a ser un poco más feliz. Sí, es cuestión de trabajar en ello.
catalinafuster.com
Psicóloga y Coach