Ya estamos en la segunda quincena de agosto y, aunque todavía quedan fiestas, ferias y celebraciones diversas, se empieza a pensar en la vuelta al cole, en el final de las vacaciones, en el otoño que casi está a la vuelta de la esquina. Además, ya se perciben las tardes más cortas y, poco a poco, nos vamos preparando para un ritmo distinto que nos llevará de nuevo a esa “normalidad” del invierno, bueno, exagerando un poco. Y así las cosas, tal vez te preguntes cómo llevas todas esas cuestiones que te habías propuesto hacer en verano, “cuando tenga más tiempo”, ya que, quizás en la pasada primavera o a principios de junio o julio, fuiste de los que te propusiste tareas pendientes. Pues bien, qué ha sido de esas tareas, de esa lista de pendientes que fuiste dejando para los días de verano. Quizás has hecho alguna, tal vez todavía crees que estás a tiempo de hacer alguna más; puede que con otras hayas cambiado el nivel de urgencia o de importancia y ya estés buscando la manera de posponerlo para otro momento.
Es habitual que, ante la perspectiva de tener mucho tiempo por delante, uno se confíe y se proponga hacer demasiadas cosas. Luego, a medida que pasan las semanas y que pensamos que también necesitamos descansar, hacer el vago o simplemente, no hacer nada productivo, la perspectiva va cambiando y nos vamos quedando ante una situación distinta. Bien, qué se puede hacer para evitar esto, si realmente se quiere evitar; no es complicado buscarle una alternativa a este sistema y que, además funciones de motivación. Podemos probar a hacer cosas de una en una, es decir, decidir hacer una determinada tarea, que resulta ser la más importante en nuestra lista de previsiones. Una vez esté hecha, y con la sensación de satisfacción, programamos la siguiente, que puede ser más larga o más corta, según queramos dedicarle más o menos tiempo. Y así podemos seguir con nuestra lista, pero sin crearnos una expectativa concreta de completarla toda o de hacer “todo” lo que tenemos pendiente.
Además, tal vez seas de esas personas que su lista de pendientes solo crece y crece, sin que se reduzca jamás, porque cada vez añades algo sin esperar a haber completado algunas de las cosas que ya están ahí desde hace tiempo. En cualquier caso, si en tu lista de asuntos pendientes hay cosas desde hace un año o más, tal vez no les corresponde estar ahí y puedes retirarlas, ya que, es bastante probable que no sean verdaderamente importantes y por ese motivo, no has encontrado el momento de realizarlas.
Sea como sea, la lista de asuntos pendientes no hay que dejar que se convierta en el cajón de los trastos, ese en el que se van guardando algunas cosas, con la única intención de no tenerlas por medio, a la vista, pero que, en realidad, no tienen un sitio real en el que ponerlas. Con algunas tareas puede pasar lo mismo, no tienen una importancia propia suficiente como para que se programen y se ejecuten.
Volviendo al principio, ¿cuánto tiempo de verano te queda a ti? ¿qué quieres hacer con ese tiempo? Piensa si tu previsión es real, piensa si es lo verdaderamente importante para ti y, cuando estés convencido o convencida, simplemente hazlo. Que sigas disfrutando lo que queda de agosto.
catalinafuster.com
Psicóloga y Coach