La pasada semana conocíamos una nueva actualización de los datos de jóvenes que están en situación de no hacer nada, los que ni estudian ni trabajan, los que se vienen llamando ni-nis. En nuestra región son un 19,3% de población joven, dato que supera la media nacional, que es del 17,2%. Con estos datos llega el plan de Garantía Juvenil que el gobierno pone en marcha destinados a jóvenes de entre 16 y 25 años en situación de desempleo y que tampoco estén estudiando. No vamos a entrar en el análisis político ni técnico del plan, puesto que ello no corresponde a esta sección, pero no podemos dejar de leer varios aspectos y traerlos a la reflexión.
Es evidente que los datos son malos, es evidente que hay un cierto nivel de conformismo o de indefensión por parte de quienes están en situación de ni-ni y en el entorno que les rodea, y eso tiene que ver entre otras cuestiones, con las actitudes. Está claro que existe responsabilidad del sistema, que hay que aportar soluciones y medidas a nivel general y colectivo, pero vamos a ir a un nivel más específico y, tal vez, nos interese preguntarnos que hace que un joven se quede en situación ni-ni y otro y otra no. Al final, a cada cual le interesa que le solucionen su asunto y que se encuentre remedio a lo que nos toca de cerca.
Seguramente hay muchas características que marcan la diferencia, una de las cuestiones que afecta a los ni-nis tiene que ver con la cuestión de educación reglada, de fracaso escolar, ya que si un chico o una chica no completa unos estudios secundarios, del tipo que sea, no accede a una formación profesional o a estudios superiores, se va a enfrentar a un mercado laboral sin cualificación que le acredite para desempeñar tareas, cerrando considerablemente sus posibilidades de empleo. Seguramente también estamos ante personas que tienen pocas habilidades personales para gestionar la frustración, o para utilizar el esfuerzo y aceptar la necesidad de invertir en su desarrollo personal. Existe el riesgo de que entren en esos programas de ayudas y sientan que tienen una solución para los próximos X meses, y no se ocupen de pensar en lo que ocurrirá después. Ese 19,3% de la población, son personas jóvenes en riesgo de convertirse en adultos con dificultades para salir adelante. Pueden ser padres y madres de futuro que eduquen a otros niños y niñas en la desilusión y en la limitación de quien no ha afrontado sus propias carencias personales para conseguir superarse.
Cualquier Plan es necesario pero no es suficiente, la formación especializada necesita complementarse con trabajo en habilidades personales, en inteligencia emocional y todas esas capacidades que acaban siendo cruciales para aprender a manejar las adversidades y dificultades que la vida nos pone por delante y que no suelen enseñarse todavía, a pesar de que está demostrado que son eficaces e imprescindibles. Los recursos que se ofrecen pueden ser más o menos acertados y generar o no soluciones, pero en cualquier caso, hace falta una parte de actitud personal que está en ese plano de responsabilidad que cada uno decide desarrollar o no. En el tema que nos ocupa hoy es importante reflexionar que estamos hablando de personas jóvenes, con toda una vida por delante; su actitud será decisiva para promover un futuro u otro.
catalinafuster.com
Psicóloga y Coach