Hace algunas semanas que estoy dedicada a la tarea de recorrer algunos municipios de la provincia realizando charlas de motivación encuadradas en el tema del emprendimiento, la iniciativa y la mejora de las habilidades personales. No es tarea fácil, ya que somos conscientes de que vivimos en una situación de desánimo y pesimismo que se ha forjado por múltiples razones que no voy a dedicarme a recordar ni exponer, y que conocemos todos. Pero lo que resulta destacable es que detrás de todo esto, se ha ido eliminando la creencia de que cada persona es la protagonista absoluta de su vida, y mucha gente ha pasado a creer que su vida la dirigen las circunstancias, los acontecimientos y, en definitiva, los demás.
¿Qué nos está pasando para llegar a pensar así? Es cierto que cada persona estamos sometidos a condicionantes, esto es, a circunstancias que nos llevan a elegir y tomar decisiones priorizando algunos aspectos antes que otros. Veamos un ejemplo, cuando una persona tiene hijos, puede tomar decisiones que favorezcan tenerles en cuenta y adaptar parte de su vida a estas necesidades, pero estas decisiones se toman desde la voluntad y la libertad personal, ya que, probablemente, se puede decidir hacer o no hacer algo. Cuando una persona se siente mal en una relación, puede decidir seguir adelante y conformarse con ello, o hacer algo para cambiar. En resumidas cuentas, podemos recordar que tenemos la capacidad de tomar diferentes decisiones, según donde pongamos el énfasis, la prioridad o la necesidad, si en nosotros mismos o en los demás. Incluso si priorizamos las necesidades de los demás, es una decisión propia.
No tiene que ser cómodo ni agradable tener la sensación y la convicción de que tu vida la dirigen los otros, los demás, cuando esos otros son entes lejanos y desconocidos. No tiene que ser nada agradable haber cedido ese poder, esa capacidad propia de las personas de tomar sus decisiones y de actuar en base a ellas. Pero hay personas que lo han hecho, sin ni siquiera ser conscientes de que es así, y ahora se lamentan por ello, incluso llegan a enfermar, a sentirse absolutamente incapaces e impotentes. No es sencillo darse cuenta, porque estamos rodeados de motivos para la justificación, para las excusas, para seguir creyendo que somos incapaces y que no podemos hacer nada más, cuando en realidad no es así. Siempre tenemos otra posibilidad, otra forma de pensar y de creer, lo que ocurre es que no le dejamos sitio ni espacio suficiente.
Cada uno de nosotros y nosotras somos los únicos capaces de darle sentido a nuestra vida, podemos apoyarnos en los demás, utilizar a otras personas como justificación o motivación, pero el sentido de nuestra vida solo nos corresponde decidirlo a nosotros y nosotras, es nuestra responsabilidad y, me atrevería a decir, nuestro privilegio. La historia de la humanidad está repleta de ejemplos de personas que le han dado un sentido propio a su vida, incluso en las circunstancias más adversas. Algunos se han convertido en personajes más o menos conocidos, y me permito citar a Viktor Frankl, para promover la curiosidad del lector; y otros muchos, son personas anónimas que han decidido convertirse en héroes de su propia vida y disfrutar de su propio éxito y de su superación, para saborearlo en su más estricta intimidad.
catalinafuster.com
Psicóloga y Coach