Esta semana vuelven los días en los que algunas personas se someten a cumplir con compromisos y tradiciones con las que, tal vez, no se sienten muy a gusto, pero que consideran necesarias para quedar bien o, cuanto menos, para no quedar mal ante nadie. Al cabo del año se dan diferentes momentos y situaciones en las que las personas se comportan en base a compromisos o a obligaciones asumidas que no son una verdadera prioridad propia. Todavía pesa mucho la imagen social y las expectativas que creemos que los demás tienen de nosotros y que nos llevan a modificar o alterar situaciones con la creencia de que hay que hacer lo correcto. Te has preguntado alguna vez cuáles son tus verdaderas prioridades, cuáles son las cosas importantes para ti y para tu entorno más cercano.
Seguramente se trata de una respuesta compleja y llena de matices. Lo primero que puede necesitar una verdadera definición es la idea de especificar quiénes forman parte de ese entorno cercano, quiénes son las personas importantes con las que quieres asumir compromisos que te empujen a modificar lo que haga falta. Y esa respuesta puede tener cierta trampa, ya que, en ocasiones no se trata de las personas que creerían los demás. No siempre es la pareja alguien prioritario, no siempre los padres o hermanos ocupan el mismo lugar; incluso los hijos puede que tengan distinto nivel de importancia según la edad que tengan o su situación personal. Cada persona de las que te rodean, provoca en ti unos sentimientos y emociones que no siempre son las que reconoces. ¿Y tú? ¿dónde te sitúas en tu propio nivel de importancia? Algunas personas se infravaloran tanto que, en una escala de prioridades, alguno ni aparece en la lista.
Cuando hayas definido tu lista de personas prioritarias, será el momento de decidir qué acciones, actividades, eventos, son prioritarios para ti. No es imprescindible incluirlos todos, pero sí los más habituales, desde las cosas diarias a las que se producen una vez al año, para que te permitas sentir ese nivel de importancia y decidir si las quieres colocar en un plano de prioridad o no. Recuerda que no hay prioridades buenas o malas, que no se trata de adivinar el criterio de los demás o de “hacer lo correcto”, se trata de hacer lo que quieres hacer y de pensar en “para qué” quieres hacerlo o no hacerlo. Pero esa decisión tiene que tener sentido para ti, tiene que buscar la idea de permitirte momentos de bienestar, de sentirte a gusto con lo que haces.
Seguramente tengas la sensación de que muchas de tus acciones son prioritarias, imprescindibles y, puede que incluso te resulte difícil relegar algunas. Eso es habitual, pero si continuas con tu revisión, seguramente podrás llegar a decidir que algunas acciones pueden estar detrás de otras y que, en realidad no son tan importantes. Además, también te servirá para aprender a organizar algo mejor el tiempo que dedicas a cada cosa y a recordarte que el días solo tiene veinticuatro horas y, cuando le quitamos las que necesitamos para dormir, las que corresponden a tiempo comprometido (trabajo, trayectos de desplazamiento, …), con lo que queda, da para lo que da, y que ese tiempo, mejor que lo gestiones tu que no las necesidades de los demás. ¿Quieres ser la persona que gestiona tu vida o vas a delegarlo en otros? Recuerda que hablamos de tus prioridades, y que cada cual es el único responsable de las suyas.
catalinafuster.com
Psicóloga y Coach