Otro 23 de abril, otro día del libro y otro año para recordarnos que todavía no hemos llegado al objetivo de ser una comunidad suficientemente lectora. Más allá de consideraciones estadísticas, que no pretendo menospreciar, está la cuestión de los hábitos y del aprendizaje del ocio que, tal vez, nos pueda interesar modificar. El hábito de la lectura puede resultar un interesante si tenemos en cuenta las opciones de ocio y entretenimiento que pueden estar al alcance de cualquiera. Resulta fácil y económico poder encontrar libros en las bibliotecas o poder intercambiarlos con amigos o familiares. Además, la lectura favorece el mantenimiento de las capacidades intelectuales y es una forma eficaz de prevenir enfermedades que generan deterioro cognitivo, como los diferentes tipos de demencias, incluido el temido Alzheimer.
Estamos de acuerdo en que la lectura es un hábito saludable, que nos permite acceder a información, estimular la curiosidad y la creatividad, desarrollar una visión crítica, a la vez que entretenernos y crecer como personas. Seguramente estamos de acuerdo en lo importante que es fomentar la lectura en los niños y niñas desde edades tempranas, y, de hecho, intentamos hacerlo, aunque no siempre con éxito. Cuáles son las claves para fomentar la lectura; pues son verdaderamente sencillas. En primer lugar, los niños hacen las mismas cosas que hacen los adultos en su entorno; si en casa se lee, ellos leen; si en casa nadie lee y nuestros chavales solo leen los libros que les obligan a leer en el colegio o en el instituto, será mucho más difícil que desarrollen el hábito.
Es importante tener en cuenta que, en la lectura, se trata de encontrar nuestros gustos, esos personales e intransferibles; cada persona puede tener sus inquietudes y temas que le llamen la atención, sea de lo que sea, probablemente habrá un libro que trate de ello. A los niños se les imponen lecturas obligatorias que, muchas veces, lo que hacen es alejarles del hábito y generar el pensamiento de que, cuando puedan elegir, no volverán a leer nada más. A veces, se pretende que cada vez que empiezan un libro, lo tengan que terminar por obligación, esta idea tampoco ayuda, ya que uno se puede sentir atrapado por tener llegar al final de un texto que no le gusta y así no querer intentarlo con otro. Para ir descubriendo gustos y tendencias literarias, resultan muy útiles las bibliotecas, ya que allí se puede ojear un libro, leer algún capítulo, antes de intentar abordarlo en su totalidad. Y si uno descubre que el libro elegido no es lo suficientemente atractivo para su gusto, con devolverlo y buscar otro, el tema queda resuelto.
Tampoco hay que caer en el error de menospreciar los libros que tienen dibujos e ilustraciones, que pueden captar el interés de los más pequeños. O los cuentos y relatos cortos como otra forma de iniciar el hábito. El reto de conseguir terminar un libro, aunque se trate de uno corto, suele funcionar de aliciente para animarse con otro y creer que uno es capaz de leerse un libro entero, aunque tengan pocas páginas; probablemente llegará un momento en que el número de hojas no sea lo que preocupe, sino el argumento y el tema al que se refiera. Cualquier lectura puede desbordar positivamente nuestra imaginación y provocar un buen rato de placer y bienestar, lejos de otros pensamientos y preocupaciones. Y eso a nuestra mente le puede venir muy bien, tan solo se trata de encontrar los temas que alimenten tu pasión por leer. Búscalos, si te apetece. Si has llegado hasta aquí, ya eres una persona que lee. ¡Feliz día del libro!
catalinafuster.com
Psicóloga y Coach