En ocasiones, nos planteamos realizar algunos cambios en el día a día, en la rutina que llevamos o en aspectos más profundos de nuestra vida, como pueda ser en el trabajo, en las relaciones con los demás, en el estilo de vida, o en diferentes formas de funcionamiento, que pueden estar resultando incoherentes con algunos de nuestros principios fundamentales o con valores de base. No obstante, no resulta fácil y evidente llegar a un planteamiento así y darnos cuenta de que queremos cambiar, necesitamos cambiar y vamos a hacer cosas que nos lleven a ese cambio.
Más bien nos dejamos llevar por una inercia cotidiana que solo nos deja ver incomodidad, insatisfacción, estrés y otros indicadores de ausencia de bienestar. Tal vez no hemos aprendido a preguntarnos a nosotros mismos ciertas cosas y a escuchar nuestra propia respuesta. Quizás nos justificamos con argumentos muy manidos y que, además permiten colocar la responsabilidad en el exterior, en otras causas que nada tienen que ver con uno mismo y que nos salvan de tomar decisiones incómodas o comprometidas. Pues hoy es un buen día para preguntarte si hay algo en tu vida o en tu entorno que te gustaría cambiar. Si tu respuesta es afirmativa puedes dar un paso más. Se trata de definir, de forma concreta qué es lo que quieres cambiar. Esto puede resultar complicado, alguno puede caer en la tentación de decir o pensar que “muchas cosas” y esa afirmación no nos lleva a ninguna parte. Para realizar grandes cambios debemos comenzar por cosas concretas y reales. A veces, el cambio está en pensar de otra manera o en mirar desde otra perspectiva.
Proponerse un cambio implica ser consciente de algo que no nos gusta o no nos satisface; supone darse cuenta y hacer evidente una malestar o una incomodidad que nos acompaña. También supone estar dispuesto a comprometernos y responsabilizarnos, ya que todo cambio necesitará de una actuación por nuestra parte. No servirá de mucho proponer cambios que dependan de terceros o de actuaciones que tengan que realizar otros. La responsabilidad y el compromiso, tal vez necesite una base de confianza y de convencimiento que puede tambalearse si aparecen los miedos y las incertidumbres. Al final podemos estar ante un dilema de probabilidades en el que no tendremos garantías de éxito absoluto. Aunque lo que es bastante probable es que si no hacemos nada, no cambie nada; mientras que si probamos a hacer algo, el cambio puede producirse.
Con el fin de que el cambio nos conduzca al éxito que queremos, podemos diseñar un plan de acción, unos pasos que nos permitan avanzar con cierto orden y procurando entrar de manera progresiva en ese nuevo espacio en el que se sitúa nuestro objetivo, nuestra meta. Recordando ese viejo proverbio chino, un camino de mil kilómetros empieza con un primer paso. ¿Quieres hacerlo? ¿quieres cambiar? Permítete ponerte un objetivo que te ilusione y que te aleje de tu comodidad insatisfactoria e inmovilizante.
Recuerda que no es imprescindible que lo hagas tu solo o sola, puedes encontrar apoyo y acompañamiento en tu proceso. Depende de ti y de la decisión que quieras tomar.
catalinafuster.com
Psicóloga y Coach