Seguimos avanzando en el uso de las tecnologías de manera que hay necesidades nuevas que empujan para que esto sea así. Ya podemos llevar en nuestro móvil el billete del tren, o acceder a promociones comerciales para obtener descuentos en el mismo establecimiento, a través de las redes sociales. No deja de ser curioso que, en los ciento treinta años que han transcurrido desde que se pusiera en marcha la primera línea de teléfono en nuestro país, la evolución haya sido tan vertiginosa. Ya se sabe que actualmente hay más líneas de teléfono que habitantes en España, y eso que todavía quedan algunos niños que no tienen teléfono. Hablando de niños, ¿a qué edad se les concede el privilegio de tener un teléfono móvil? Pues cómo alguno ya se imagina, cada vez más temprano. Y no solo el móvil para hablar, sino el teléfono inteligente que permita estar conectados con el mundo entero, aunque ellos digan que lo es para estarlo con los amigos.
El universo de internet y de los smartphones es especialmente grande y lleno de peligros, aunque también de beneficios y oportunidades. No se trata de ver solo lo negativo, pero tampoco se trata de no verlo. Cuando nuestros hijos piden un teléfono para poder estar en el whatsapp con sus compañeros, o para intercambiar fotos y publicar en facebook lo que hacen, realmente es lo que quieren hacer, pero pasan a tener un dispositivo que les permite eso y mucho más. Los dispositivos móviles, han ampliado enormemente sus posibilidades y han facilitado el acceso a juegos y aplicaciones que se descargan sin saber de dónde vienen, si hay que pagar por ello, o el alcance que puedan llegar a tener. Por poner un ejemplo, un inocente juego de preguntas de cultura general que permiten jugar con amigos y con desconocidos, lleva asociado un chat en el que personas de todo tipo (con intenciones diversas) pueden ponerse en contacto con otros, sean mayores o sean niños. Los juegos vinculados a las redes sociales persiguen que se esté conectado todo el tiempo, que se compartan los resultados obtenidos y que dejemos de tener conciencia del alcance de la red, de quién puede ver lo que estamos haciendo y dónde. Los dispositivos llevan localizador GPS, de manera que podemos saber dónde está alguien hace 2 horas o hace 10 minutos. Y toda esta información sirve para la bueno y para lo malo.
Nuestros jóvenes y nuestros niños están creciendo con estos instrumentos en su entorno y, no siempre son conscientes de los peligros que suponen. Tal vez los padres tampoco lo seamos del todo. A los padres nos ha pillado en otro momento y, aunque hay quien se entera mucho, también hay quien se entera poco y tampoco investiga. Por eso, tal vez no se usa el control parental, y no se conoce la forma de limitar y proteger a nuestros hijos de ese gran universo de las conexiones sin límite. Estamos ante una nueva necesidad educativa que ofrece grandes ventajas, muchas posibilidades positivas, pero también peligros reconocibles de dimensión no sospechada. ¿Sabes si tus hijos comparten cuando te vas de vacaciones y tu casa está vacía?¿Sabes si tus hijos adolescentes explican que se van a quedar solos el fin de semana? ¿Sabes que habitualmente pueden estar facilitando la localización exacta de tu casa o de la de otros familiares o amigos?
No se trata de prohibir o limitar para cortar de cuajo los riesgos, se trata de informarse, informarles a ellos y ser conscientes de lo que queremos compartir de forma voluntaria y con quién.
catalinafuster.com
Psicóloga y Coach