En ocasiones se dice que es en los momentos complicados cuando descubrimos cómo son realmente las personas. Si hacemos caso de esta premisa, será en esos momentos en los que vamos a descubrir también como somos realmente nosotros mismos. Cuando nos ponemos a prueba, cuando tenemos que afrontar algún cambio o tomar decisiones en las que hay que tener en cuenta distintos aspectos, es cuando damos la oportunidad de poner a funcionar nuestro potencial. Y ante estas situaciones el resultado puede ser muy bueno o muy malo. Algunas personas tienen una extraña relación consigo mismos, de manera que no tienen suficiente confianza en sus respuestas, o no se sienten a gusto con la forma de reaccionar y se machacan por ello. Y si a alguien no le gusta ser como es, ¿qué hacer para cambiarlo?
No vamos a dar todas las claves para ese cambio en estas líneas, si fuera así, sería excesivamente sencillo y la realidad nos muestra que no lo es. Pero podemos introducir algunas ideas para reflexionar sobre ellas y ver qué ocurre en un futuro cercano. La primera cuestión es que quizás algunas de esas personas que no se gustan a sí mismas, creen que no pueden cambiar. Hay quien opina que las personas no cambian, que uno es así como lo parieron y lo educaron y ya no se puede hacer nada. Afortunadamente esta idea es un error y SI, podemos cambiar. Lo que sucede es que alguien no cambia porque otra persona se lo pida o se lo exija, no se cambian formas de comportamiento por ninguna imposición externa, sino por motivación interna y por convencimiento propio. No obstante, ante de pasar a esa parte tal vez haya que preguntarse qué es lo que podemos cambiar. Sin entrar en debates sobre lo que es la personalidad y si es heredada genéticamente o adquirida a través de experiencias vividas (ambos factores influyen de manera importante), antes de eso podemos pararnos a ver si las personas podemos cambiar nuestra forma de pensar y nuestras ideas respecto a algunos temas. Si, ¿verdad? Entonces podemos cambiar algunas conductas porque estas se basan en pensamientos.
Un primer paso fundamental para cambiar algo es identificar ese algo, tomar conciencia de ello y ser capaz de entender para que nos ha servido actuar así. No se trata de justificar esos actos, lo cual habitualmente se hace mucho y bien; se trata de descubrir la responsabilidad que cada uno tiene respecto a muchas de las cosas que le ocurren y que van formando parte de esa forma de ser y de su definición como persona. El siguiente paso es hacer algo distinto, actuar de una manera diferente, pero no probar por probar, sino intentando buscar un efecto deseado. Parece muy sencillo, pero ¿cuántas veces te das la oportunidad de hacer algo diferente y sentir qué ocurre? Las personas esperan que ocurran cosas distintas en su vida, pero se comportan igual, haciendo lo mismo, ocurre lo mismo. Para que ocurran cosas diferentes hay que hacer algo diferente. Y si es tan sencillo porqué no lo hacemos. La respuesta es fácil, porque nos da miedo salir de esa zona de seguridad y de confianza en que estamos instalados, y porque vemos el cambio como una situación de riesgo en la que las cosas que se intentan hacer o conseguir pueden ir bien o tal vez no tanto. Y al final uno opta por quedarse como está y donde está, aunque no se sienta bien.
Cambiar es posible, se requiere compromiso, trabajo, insistencia y claridad para saber lo que cambiar. Además, los profesionales especializados pueden ser un apoyo fundamental para tener éxito y conseguir el cambio que se platee.
catalinafuster.com
Psicóloga