Hace tiempo, era habitual que cuando los niños y niñas finalizaban el curso con buenos resultados, en muchas familias se les recompensaba con un regalo de final de curso. De esta manera, se recompensaba el esfuerzo de tantos meses, se alimentaba su motivación y, a veces, se les podía afianzar una responsabilidad. Cabe señalar que la recompensa, el detalle, el regalo para premiar y reconocer el esfuerzo, es un buen aliciente al que se le puede sacar partido. En primer lugar, debemos tener en cuenta que tiene que ser algo distinto a otros premios o regalos que ofrecemos a nuestros hijos por otras razones o celebraciones. También puede ser interesante tener en cuenta su opinión o incluso que elija, cuando en otros casos no lo hace porque jugamos con el factor sorpresa. Y tal vez se puede tener en cuenta un aspecto educativo, de incentivar la responsabilidad o algo parecido.
Algunos niños pidan tener una mascota, un perro, un gato, peces u otro animal de compañía que, a ciertas edades, confunden con un juguete más o con un entretenimiento más o menos pasajero. Si accedemos a esta petición, habrá que tener en cuenta ciertas cosas. Lo primero es valorar si nuestro hijo o hija está preparado y verdaderamente dispuesto a asumir esa responsabilidad, incluso cuando se pase la euforia y la alegría de las primeras semanas. También tendremos que ver cómo se organizará en casa la convivencia con la mascota elegida y si encaja bien con los hábitos y costumbres familiares (si los fines de semana la familia se traslada al pueblo, o si se viaja con frecuencia, o cualquier otro detalle que no sea luego un obstáculo). Conviene dejar claro, antes de dar el paso, quién se va a ocupar de las tareas cotidianas, los paseos, la limpieza, la comida, cómo se van a resolver los imprevistos o qué va a ocurrir cuando la persona encargada de hacer alguna tarea no la haga. Tal vez resulte útil hacer una especie de ensayo durante unos días antes de acceder a tener ese perro o cualquier otro animal, para que sean capaces de ponerse en la situación y comprender lo que supone en el día a día, antes de que sea tarde.
En cada familia puede tener un valor particular el hecho de tener una mascota, el trato puede ser distinto y quizás sea interesante pensar qué significa para cada hogar que entre a formar parte un nuevo miembro. Adquirir una mascota o adoptarla es un compromiso que aunque pueda ser retrocedido en algún momento, tiene que tener un valor de continuidad y de seriedad por parte de todos y eso hay que transmitirlo a los niños y ponerse de acuerdo en la forma de entenderlo.
Otro punto interesante a considerar es la forma de adquirir la mascota. En ocasiones, los niños quieren una raza concreta de un animal, un color y un tamaño, y eso hace que se piense en la compra como opción principal. No nos olvidemos de la importancia de adoptar una mascota de las que otras personas abandonan, ya que eso puede tener otras ventajas. Puede que la mascota ya esté educada a estar en familia o que tenga algunos hábitos adquiridos. Por último, recordar que en época de verano y de vacaciones, algunas familias abandonan a sus mascotas en lugares inadecuados, en un acto de irresponsabilidad que también se “enseña” a los menores de la casa. Por eso vale la pena pensarlo, razonarlo y darle importancia, antes de dejarse llevar por el impulso de la ilusión.
catalinafuster.com
Psicóloga