A menudo se dice que la familia es el pilar de la sociedad, la unidad que sustenta todo un sistema de relaciones y que, a su vez, es la base de la sociedad y la civilización a la que pertenecemos. No se nos escapa que estamos en una época de cambio y de transición, y que en este cambio, el concepto de familia también se está transformando. En este 15 de mayo, día internacional de la familia, el secretario general de Naciones Unidas, hace referencia a que: »También es una oportunidad para reflexionar sobre el modo en que inciden en ellos las tendencias sociales y económicas, y sobre lo que podemos hacer para fortalecer a las familias en respuesta a ello.» En estas líneas queremos proponer nuestra reflexión.
En el ámbito familiar confluyen cuestiones jurídicas, de orden, afectivas, de crecimiento personal, de aprendizaje, entre otras muchas. Es también el centro de experimentación de conductas y respuestas que después vamos a reproducir en otros entornos y con otras finalidades. Ya hicimos referencia, hace unas semanas a los estilos educativos que las familias utilizan y que van a ser la definición de algunas características de personalidad de nuestros hijos. Así pues, el peso de los rasgos antes mencionados o el tipo de familia donde crecemos será determinante en nuestro futuro y, por extensión en el futuro de nuestra sociedad.
Actualmente tenemos familias tradicionales, monoparentales, reconstituidas, de parejas sin contrato, familias formadas por padres o madres del mismo sexo, otras en las que el padre o la madre viven lejos del resto, familias multiculturales, y otras posibilidades que seguramente nos dejamos sin mencionar. Al contrario de lo que algunos puedan pensar, más allá de quienes forman una familia, lo que contribuye a la sensación de felicidad del grupo es la adecuada comunicación entre sus miembros, el tener tiempo e intereses comunes o el disfrutar de calidad en la convivencia y en el tiempo que se comparte. Calidad frente a cantidad en casi todos los aspectos sobre los que podamos estar pensando.
La sociedad se ha abierto a nuevas formas de familia, a nuevos modelos que, no obstante, siguen persiguiendo el mismo objetivo: generar individuos nuevos para la sociedad que tengan seguridad afectiva, económica y social. Y ¿qué papel le corresponde a cada uno dentro de esta estructura? Cada uno de los miembros de la familia tiene su papel y, por tanto, su responsabilidad para con el resto, cada uno puede aportar algo al bienestar del conjunto familiar, algunos más y otros menos, pero algo. Quizás valga la pena revisar cuáles son los valores que cada familia persigue en su conjunto y que forman parte de su identidad, ya que esos valores marcarán el estilo de vida de esa unidad de personas, incluso por encima de la situación económica o social.
Seguramente no existen familias perfectas, seguramente alguno considera que la suya es la mejor, o por el contrario, la peor de todas las posibles; pero cada uno tenemos una que marca nuestro origen y otra que podemos formar junto a alguien más o solo nosotros. Al final, llega ese momento en el que podemos crear un nuevo grupo y un estilo de convivencia. ¿Cómo quieres que sea tu familia? ¿Qué puedes hacer para conseguirlo?
catalinafuster.com
Psicóloga