¿Qué es eso que tienes en la espalda? Pero si … ¿es un tatuaje?¿cómo se te ha ocurrido? ¡Vaya desastre! Que la niña se ha hecho un tatuaje, o un piercing, y mira cómo se viste y con qué pintas va. Se acerca el momento de que la niña o el niño, a ojos de sus padres, decida hacerse alguna de esas cosas “raras” que se llevan ahora y que siguen siendo, para algunos padres y madres, símbolo de gente “descarriada” o cosas que uno ve en los demás, pero no quiere para los suyos. Padres y madres de hoy, ¿cómo vais a reaccionar cuando vuestro hijo o hija venga con que se ha hecho o se quiere hacer tal cosa? ¿Estáis preparados para pensar en ello o vais a dar una respuesta de esas que llamo de llevar el “piloto automático”?
A edades cada vez más tempranas y como una costumbre extendida, nuestros hijos se interesan por hacerse otro agujero en la oreja o por ponerse un piercing en nariz, cejas, ombligo, pezones y otras zonas más o menos visibles del cuerpo. Y no son solo los chicos y chicas “raros” los que lo hacen, cada vez es más habitual que le pueda gustar o interesar a cualquiera. Y los tatuajes también están de moda, los llevan personas famosas de todos los ámbitos, de manera que ya no es signo de personas con experiencias o vivencias marginales. Quizás hemos pensado en afrontar la situación cuando piden hacerse un corte de pelo atrevido o les da por una moda algo llamativa y “extraña” a nuestro ojos, pero esto otro, esto otro resulta definitivo, ¿qué hacemos?
Difícil situación cuando se presenta. Lo primero que se nos ocurre es decirles que NO, denegar el permiso y ya. Pero seguramente eso solo sea una salida temporal. Al final, más tarde o más temprano, si la idea persiste, es probable que lo hagan y se salgan con la suya. En lugar de decir no sin más, tal vez podemos intentar hacer otra cosa. Seguramente la respuesta de los padres tendrá que ser proporcionada a la edad que tengan los chavales; en caso de que ya tengan capacidad para tomar algunas decisiones en otros ámbitos, podemos hacerles ver que la decisión tiene que ser suya, y también será suya la sensación de equivocación que pudieran tener en el futuro. Podemos hacerles pensar en ello durante un tiempo antes de decidir, que entiendan que un tatuaje es algo definitivo que perdura en el tiempo, al igual que algunos de los “agujeros” que deciden hacerse. Que piensen en la sensación de seguir con ello en su cuerpo después de quince o veinte años de habérselo hecho, en las situaciones diferentes, presentes y futuras, en las que se pueden encontrar y en cómo se sentirían con lo que hayan decidido hacerse. Podemos animarles a que investiguen sus propias sensaciones. Que imaginen a personas de distintos ámbitos, cómo las verían si llevaran eso mismo que él o ella se quieren hacer.
Podemos darles nuestro punto de vista, las razones que nosotros, como adultos, pensamos y consideramos que tal vez no ha tenido en cuenta en su reflexión, pero entendiendo que al final, puede que su decisión no sea la que nosotros queremos. Es importante que les depositemos a ellos la responsabilidad de su decisión y la capacidad de llevarla a cuestas el resto del tiempo. Si finalmente lo ejecutan, nos quedará aprender a respetarlo, al fin y al cabo eso también será un buen aprendizaje.
catalinafuster.com
Psicóloga