Por si no fuera suficiente lo de ir cumpliendo años, cuando estamos rondando los cincuenta, las mujeres debemos afrontar una evidencia más de los cambios de nuestra vida, una evidencia de que vamos a perder una de las funciones exclusivas para las que está preparado nuestro organismo, es decir, la reproducción. Si se tratase solo de eso, podría resultar un alivio, llegados a este punto, somos muchas las que consideramos que ya no es momento para estos menesteres y podemos considerarlo una liberación de riesgos y responsabilidades.
Pero la menopausia es más que eso. Los cambios a los que nos enfrentamos son serios y, a veces, profundos. Se trata de una especie de cambio de identidad, de cambio de sentido de la vida. Nos ponemos ante la evidencia del envejecimiento, del deterioro y de otras pérdidas que van a llegar más rápido de lo que creemos. A partir de este momento, parece que los cambios tienen que sucederse a toda velocidad, las canas, el cambio de distribución de la grasa corporal, posibilidad de padecer insomnio, mayor alteración de los estados de ánimo. Algunas mujeres pueden sentirse completamente desubicadas ante la evidencia de estos cambios, como si ya no tuvieran una función en la vida. Estos pensamientos no son así de claros y evidentes, se muestran a través de otros síntomas emocionales o depresivos que pueden aparecer.
Desde el punto de vista psicológico, las mujeres podemos experimentar cambios emocionales y anímicos, dificultad de control de las reacciones o respuestas exageradas. Parece que se ha perdido la capacidad de gustar o atraer a otras personas, la sexualidad puede cambiar y volverse menos satisfactoria. Si no hemos elaborado una buena comunicación con nuestra pareja, podemos pasar a vivir un auténtico calvario o perder progresivamente la apetencia sexual.
Todos los cambios que se suceden hace que nos podamos sentir despistadas, desconcertadas, pueden aparecer palpitaciones, sofocos repentinos, de día y de noche, irritabilidad, dolores más frecuentes en huesos y articulaciones. Y para colmo, parece que nadie lo entiende, que las personas que están a nuestro alrededor creen que son exageraciones o rarezas. La comunicación se hace más difícil y especial porque puede que se esté más sensible, incluso más llorona que en otros momentos.
Pero no todo es negativo. Si nos damos la oportunidad de atender lo que hemos aprendido o experimentado, podemos encontrar cosas que nos ayuden a sentirnos satisfechas. Probablemente hemos acumulado experiencia, en todos los sentidos. Si nos permitimos verlo y sentirlo, podemos reconocernos más pacientes, más tolerantes. Con más capacidades y destrezas que nos permitan buscar nuevas ilusiones y enfocarnos a un momento más maduro en el que afrontar nuevos retos y situaciones desafiantes.
La menopausia pone fin a unas funciones, pero deja sitio libre para otras. Depende de nosotras y de nuestra actitud que nos quedemos lamentando lo que ya no podemos hacer o busquemos la motivación de nuevas experiencias y sensaciones. Tú eliges.
catalinafuster.com
Psicóloga