La situación actual favorece que muchas personas se sientan desorientadas, perdidas, con muchas dudas sobre qué decisiones tomar, hacia dónde encaminarse. Constantemente cambian de idea, de objetivo, de pensamiento y se sitúan en una especie de bucle que impide resolver nada y ver una luz al final del túnel. Además, este tipo de situaciones pueden generar inseguridad, desconfianza, falta de autoestima, desmotivación, ansiedad, ira, pensamientos negativos y en general malestar y sensaciones poco o nada satisfactorias. A veces, se inicia un proceso en el que todo lo que te rodea parece venirse abajo, surgen conflictos y complicaciones de forma inesperada y de los que parece que no se puede salir.
¿Qué hacen las personas que se sienten así? Imagino que ahora mismo, en cada cabeza puede aparecer una respuesta distinta, entre ellas quizás algunos remedios rápidos como “ya saldremos de esta”, “seguro que la solución aparece cuando menos te lo esperas”, “por mucho que hagas, la solución depende de los demás”. Frases o consejos que sirven de poco o nada. Si la idea es consultar con un profesional, aparecen dudas; todavía es frecuente que cuando alguien sugiere que se consulte con un psicólogo, rápidamente se responda aquello de “pero yo no estoy loco/a”.
Quisiera recordar que es trabajo de los profesionales de la psicología realizar asesoramiento, ayudar y acompañar a las personas que lo solicitan a sentirse lo mejor posible, a salir de esos estados de lío, confusión, indefensión, etc. No se trata necesariamente de resolver desequilibrios graves (la gravedad es un concepto que puede ser subjetivo y relativo), se trata específicamente de situarnos en una posición de bienestar, de confianza, de ser capaces de utilizar todos los recursos personales para sentirnos capaces de afrontar lo que tengamos delante, de aprender a controlar emociones, de sacar un aprendizaje de los problemas que se nos presentan con el fin de encontrar una solución aunque eso nos lleve a explorar muchos caminos.
Me parece acertado pensar que las situaciones de crisis (y no me refiero a la económica), son una oportunidad para revisar nuestras ideas, nuestras creencias y nuestras formas de actuar, una oportunidad para probar con estrategias nuevas y buscar todas las posibilidades para mejorar como personas en todos los ámbitos de la vida. En definitiva, para hacer un buen aprendizaje y avanzar en eso que a todos nos asusta un poco que es el auto-conocimiento.
A partir de ese auto-conocimiento podemos conseguir llevarnos mejor con nosotros mismos, aceptarnos, saber exigirnos de una manera más justa y adecuada, ponernos retos de mejora y, de esta manera conseguir mejorar en las relaciones con los demás y con nuestro entorno. Podemos aprender a cerrar batallas eternas o conflictos permanentes, a dejar de vivir en el pasado y poder proyectar nuestro futuro. No se trata pues de ver locuras donde no las hay, salvo que creamos que la necesidad de bienestar es una locura.
catalinafuster.com
Psicóloga