Seguimos manejando la idea de hacer cosas nuevas para afrontar el año nuevo y tener resultados diferentes. Muchos de nosotros, no podemos evitar dedicar estas semanas a pensar en aquellos aspectos en los que enfocar nuestras energías para conseguir mejorar las cosas que tenemos pendientes de mejorar. Y a pesar de que lo hacemos de muchas maneras diferentes, aplicamos la innovación o la creatividad, en muchos casos, seguimos sin llegar a los objetivos que perseguimos, sin darnos cuenta de que quizás necesitamos soltar lastre.
En el funcionamiento diario se van acumulando cosas, cuestiones, temas o asuntos que arrastramos y que nos van robando la energía y también el tiempo, sin que seamos totalmente conscientes de ello. Son como parásitos diminutos y casi imperceptibles que no nos dejan avanzar al ritmo que nos proponemos y nos quitan el empuje que con tanto esfuerzo vamos poniendo para llegar a dónde queremos. Y nos estamos refiriendo a cosas que pueden resultar casi absurdas o bien a otras que ejercen verdadera presión interior de la que no nos logramos deshacer. Son temas domésticos, familiares o cosas pendientes del ámbito profesional.
Veamos algunos ejemplos: la bombilla fundida del espejo del baño, que cada mañana hace que me ponga de mal humor nada más levantarme, o la manecilla de la puerta que necesita apretar un tornillo y se me queda en la mano a cada momento. Unos botones que tengo que coser y no me acuerdo hasta que voy a ponerme la chaqueta. Esa llamada de teléfono a esa amiga o amigo que he ido aplazando y ahora hace ya tanto tiempo que no sé cómo afrontar, pero cada vez que hago el recorrido por los contactos de mi móvil me hace sentir mal. Ese trámite administrativo que no tiene fecha de caducidad y para el que no encuentro el momento, una gestión de trabajo que me pone de los nervios cada vez que la recuerdo y que invento una excusa para volver a aplazar; y así podríamos seguir hasta llenar páginas y páginas. Porque todos tenemos nuestros parásitos que nos chupan la energía y nos impiden estar al cien por cien en esas cosas que verdaderamente nos importan y que son a las que realmente nos queremos dedicar.
Así pues, pongámonos manos a la obra y vayamos a la acción, a soltar lastre. Haz una lista con tus treinta o cuarenta parásitos actuales, sí, sí, que cuando te pongas a ello verás que salen esos y más. A continuación decide qué hacer con ellos: resolverlos poniendo fecha y hora o dejarlos pasar y que dejen de ocupar un sitio en tu mente, o incluso cedérselos a otro para que se ocupe de ello, si es que resulta que no te corresponde a ti hacerlo.
Cuando termines el proceso, estarás más ligero y con más energía para dedicarla a lo que de verdad te interesa y podrás observar cómo te sientes más centrado, más dinámico, abierto a nuevas oportunidades, en definitiva, habrás dejado sitio libre para que algo nuevo pueda ocupar ese espacio.
Catalina Fuster.com
Psicóloga