Acabamos de finalizar las Fiestas de Navidad y ya estamos metidos de lleno en una nueva cita comercial, las rebajas. Además, este año, al igual que el anterior, con sentimientos negativos y con cifras que parecen lastimosas en cuanto a la media de dinero que cada uno de nosotros gastaremos en este período de consumo, enfocado a salvar la situación de una serie de establecimientos que no consiguen cuadrar sus balances de resultados, o también a contribuir en el salvamento de otros pequeños comercios aquejados de dificultades de supervivencia.
Pero no vamos a entrar en cuestiones de índole económica que en ningún caso nos corresponden, sino en la conducta de compradores y consumidores que, una vez más, encuentra en las dificultades una buena ocasión para ser revisada y reenfocada. En tiempos de abundancia y de excesos, una mayoría de consumidores hemos sido dados a comprar independientemente de que necesitásemos ese producto o no, abrumados por la oportunidad de un buen precio o de un deseo que, por fin íbamos a saciar.
En el momento actual, vale la pena controlar la compulsividad en las compras y ser más reflexivos y responsables en relación a los artículos que adquirimos, de manera que las ofertas y oportunidades sean algo que nos ofrece verdaderas ventajas, en lugar de convertirnos en esclavos de nuestros impulsos y deseos. Además, no olvidemos que en todos nuestros comportamientos hay un elemento educativo, tanto para los niños y jóvenes que están a nuestro alrededor, como para nosotros mismos que reflexionamos y reconstruimos algunos de nuestros principios y creencias. Así pues, la responsabilidad en nuestro consumo será el reto a practicar.
Para sacar el máximo partido a nuestras compras en rebajas puede sernos de utilidad, hacer una lista de lo que creemos que necesitamos, poner un precio máximo que estamos dispuestos a destinar a cada artículo de nuestra lista, de manera que nos ayude a no sucumbir a ciertas tentaciones, buscar un horario en el que no haya excesiva aglomeración de gente, que nos empuje a actuar rápido (por aquello de ir a la caza del artículo deseado), preguntarnos las veces que haga falta ¿esto es algo que realmente necesito? ¿me va a servir para lo que quiero? También vale la pena que seamos cuidadosos con los tiques de compra, ya que una vez en casa, podemos hacer una segunda reflexión y darnos cuenta de que alguno de los artículos que hemos comprado no va a cubrir las expectativas, ante lo cual, podemos optar por la devolución.
No nos dejemos llevar por ese espíritu colectivo que hace que todos hagamos lo mismo en las mismas fechas. Si resulta que este año no necesitamos nada, tampoco hay que salir a ver si encuentro algo casi por la fuerza, no nos impongamos nosotros mismos obligaciones que no tenemos, ni necesidades ficticias. También podemos probar con artículos o servicios diferentes que puedan tener un efecto beneficioso a largo plazo, como algo de cuidado personal o de cuidado cultural y emocional. Tal vez podemos ampliar el sentido de la pregunta ¿qué es lo que me va a sentar mejor, en mi aspecto físico y emocional?
Catalina Fuster.com
Psicóloga